En un mundo ideal no tendríamos que preocuparnos por nuestro aspecto.
La ropa no tendría tallas y se ajustaría con comodidad a nuestros cambios, adaptándose a nuestra generosa anatomía sin mayor problema aunque hubiésemos ganado unos kilos.
Y si, por cualquier motivo, quisiésemos bajar lo que concienzudamente habíamos ganado durante el invierno (es un ejemplo) bastarían un par de largos en la piscina. Y listo.
Por desgracia sabemos que este mundo no es perfecto, pero para eso está el vodka...
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