¿Qué dirían si les ofreciesen una cantidad de dinero por hacer algo que en realidad no les apetece nada hacer? Imagino que tratar de definir el cuánto y el qué.
En eso consiste el trabajo. Queda implícito el concepto del soborno de la voluntad ajena, el alquiler de nuestro cuerpo y mente por un tiempo.
Con estas premisas, está claro que el trabajo no puede ser bueno.
Los seres humanos sabemos jodernos la vida los unos a los otros estupendamente. Tanto, que tengas el trabajo que tengas, siempre encontrarás a alguien que está más jodido que tú.
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